domingo, 2 de enero de 2011

Feliz año nuevo, a lo gamberro...




Documentación, documentación, documentación... Es como la hermana fea de la sociedad de la información en este baile de unos y ceros de las últimas décadas. La historia de la humanidad la conocemos porque alguien se paró a escribirla (aunque según a quién le preguntemos nos dirán lo de que la escriben los vencedores, o los cobardes sobre las tumbas de los héroes -nota mental: ¿Esto no da que pensar?), al igual que la filosofía, el conocimiento de las ciencias... Nuestra propia existencia esta ligada obligatoriamente a toda la experiencia que hemos ido recogiendo con el paso de los años y como prueba de que no somos capaces de fiarnos de nosotros mismos, existen los diarios, en los que pondremos aquello que se nos cruce por la cabeza en determinado día, para que años mas tarde nos saque una sonrisilla.

¿Y porqué estoy soltando todo esto? Tiene que ver, no desesperar... Una de las cosas más protegidas y bien conservadas, son las obras de arte. Y el arte, comprendido en su totalidad, abarca una gran cantidad de soportes y formatos que van desde un dibujo en una servilleta, hasta una lata con excrementos (sí amigos, esto es arte, al menos a juzgar por el precio de la lata). Pero lo que a mí me interesa ahora mismo es lo relacionado con el arte urbano, tal y como queda reflejado en la película “Exit throught the gift shop” .




Esta película-documental, trata sobre un curioso personaje, que un buen día decide comenzar a grabarlo absolutamente todo, a vivir con una cámara a cuestas; un recopilador absoluto. Por casualidades de la vida, termina inmerso en el mundo de el arte callejero (graffiti, pegatinas, plantillas...) y es aquí donde encontramos lo interesante de todo este asunto. Este tipo de, llamémosle documento, tiene la característica de ser altamente caduco, ya que de un modo u otro, acaba borrado, cubierto por otro graffiti o pintarrajeado sin sentido alguno y/o con pretensiones (o como los artistas-gamberros llaman a los gamberros-gamberros, toyacos). De aquí nace la necesidad de que todo aquello que se realice, quede documentado de alguna forma; y aunque lo habitual sea que la misma persona que lo hace, saque una foto, en la película nos muestran el “making-off” de este mundillo, con la peculiaridad, o bonus, de que nuestro protagonista, se mueve entre la élite del arte urbano: en el documental aparecen -entre otros- Banksy, Obbey y Space Invaders, (al revisar estas páginas me vienen a la cabeza cosas como su orientación comercial, en mayor o menor medida, o la increíble absorción de esta estética, por parte de la cultura popular de nuestros días) 

Queda simpático ver las andanzas de nuestro protagonista en este mundillo nocturno y clandestino, que hace pensar más en personas astutas y huidizas, más que en la especie de Sancho Panza-francés-alternativo que llegamos a conocer. Aún así tenemos esa idea, que es la que me parece significativa de la película: el hecho de que todo eso, por primera vez, ha quedado documentado.



Y para pasar la pelota de campo, os toca a vosotros descubrir de qué va este asunto, de modo que: